Cerro Gloria (4479 m) – Reporte intento oct 2023

Cerro Gloria 4.479 m

Reporte Aproximación Cerro Gloria (4479 m), Cajón del Peñón, Los Andes.

Fecha: 27, 28 y 29 de octubre de 2023.

Rodrigo Morales, Lucas Domínguez y Claudio Maureira.

Desnivel: 1900 m; Distancia a Punto más alto alcanzado, ida y regreso: 17,5 km; Tiempo total: 18 horas de marcha aproximadamente.

Día 1. Viernes 27

Nuestra travesía comenzó el viernes 27 de octubre, donde accedimos desde la ruta 60 CH hasta una bifurcación que queda a 15 km pasado la localidad de Río Blanco, entre el primer y el segundo cobertizo (túneles de piedra), de ahí llegamos a un puente desde donde nace, el cajón del estero del Peñón. En el lugar se encuentra una explanada donde se inicia un camino de tierra que se adentra por el cajón por aproximadamente 10 minutos, subiendo unos 300 m de desnivel y que conduce hasta un canal de hormigón que transporta agua desde el embalse ubicado en Juncal. En dicho punto dejamos estacionada la camioneta que nos llevó desde nuestros hogares.

Ya cerca de las 10:00 AM y con varios kilos en la espalda cargamos nuestras mochilas, preparadas para dos jornadas, desde dicho punto hacia el interior del Cajón del Peñón por el sendero marcado desde mucho tiempo atrás por arrieros y ahora por una gran cantidad de excursionistas que constantemente acuden hasta el sector de las Cascadas Congeladas y que durante nuestra visita no pudimos apreciar debido a los deshielos propios de primavera. No obstante, el pronóstico del tiempo para el fin de semana era más bien parecido a cualquier otro día de invierno en la montaña y lo sufriríamos en las jornadas siguientes. 

El trayecto hasta el sector de las Cascadas fue en general sencillo, acostumbrando el cuerpo al peso que cargábamos y sin mayor esfuerzo debido a la poco pendiente existente hasta dicho lugar, situación que cambiaría drásticamente al comenzar el ascenso siguiendo el sendero que hasta ahí todavía era posible de distinguir fácilmente. En esa zona nos encontramos con una segunda cordada de cuatro montañistas que también tenían como meta hacer cumbre, aunque con un programa bastante más apretado que el nuestro. Hasta ese momento nos acompañaba un día radiante que de no ser por la información que manejábamos desde hacía ya una semana sobre el clima, resultaba difícil de creer que pronto tendríamos sobre nosotros la cola final de toda una tormenta.

Pasados los 2.600 msnm el paisaje se tornaba cada vez más blanco y con ello no nos quedó más alternativa que utilizar nuestros crampones bajo nuestras botas debido a que ya caminábamos sobre hielo y nieve, experiencia primera para mí por lo menos. No con ello la marcha se hizo más fácil, sin embargo, sin estos implementos resultaba francamente imposible hacerlo con seguridad y eficiencia. El valle ya nos abrazaba con sus innumerables cascadas, paisajes infinitos, sus fríos vientos y la sensación implacable de tener el sol demasiado cerca nuestro, el que se reflejaba mucho más con la nieve alrededor, todo aquello, mientras avanzábamos paso a paso hasta los 3.000 msnm, cota mínima a cumplir para nuestra primera jornada y ya con la silueta de la cumbre del Gloria delante nuestro.

Pasada las 16:00 y viendo algo lejana la primera meta de acampar más arriba, se decidió montar campamento base a la sombra de una roca enorme que nos protegería de cualquier posible desprendimiento de la ladera del cerro inmediatamente contigua a nosotros. Ahí realizamos las tareas mínimas de armar carpa, derretir nieve y preparar algo de comida, ya que nos esperaba otra larga jornada a primera hora de la madrugada siguiente. 

Día 2. Sábado 28

Pasamos una fría noche, el viento ya arreciaba sobre nosotros, tal como lo había señalado el informe pronostico del tiempo, tuvimos fuertes ráfagas durante toda la noche, pero nuestros relojes estaban ya programados para levantarnos pasadas las 02:00 AM, así que a pesar de todo aquello nos pusimos en pie, tomamos un buen desayuno y con las mochilas solo con agua y ropa de abrigo procedimos a iniciar la segunda parte del ascenso por el lado izquierdo del primer faldeo del cerro que se encontraba próximo a nuestro campamento base, más conocida como Ruta 1. 

En lo personal, fue una travesía no exenta de dificultades, la altura ya hacía su trabajo, la pendiente muy fuerte, el terreno congelado, avanzando lentamente alumbrados con linternas sobre nuestras frentes, nos tuvimos que ayudar ya de nuestros piolets, implemento que era nuestro cinturón de seguridad ante algún paso en falso en medio de la oscuridad de la montaña y las tenues luces del alba que se levantaban desde el oriente de la cordillera.

Luego de dos horas de ascenso y algunos sustos en pasos angostos donde se agradecía la oscuridad de la madrugada de manera de no tener que enterarme por donde estaba cruzando, pero aplicando todas las enseñanzas en el sitio mismo de mis dos experimentados guías, llegamos a la zona conocida como “plateau superior”, a una cota de poco más de 3.550 msnm. En dicho punto y ya agotado decidí llegar hasta ahí, descansar un momento y devolverme al campamento base por la Ruta 2, camino más apropiado para bajar sin mayores complicaciones que el hecho de no encontrar el camino debido a que todo se veía igual de blanco que en todas direcciones, pero con algo de suerte y sentido común y la orientación por radio de mis compañeros, no sería tan difícil de sortear.

Luego de convencer a Rodrigo que siguieran sin mí el ataque a la cumbre y de corregir rumbo un par de veces logré dar con las huellas de subida de la otra cordada que nos llevaba cerca de media hora de ventaja hacia la cima. Bastante cansado con un frio ambiente que me hizo recordar mis pasos por el Estrecho de Magallanes, seguí el descenso sin dejar de maravillarme con la vastedad del entorno, donde uno se hace parte de la Montaña, donde uno entiende lo que siente un grano de arena en una playa, la pequeñez del ser humano y la grandeza de la Madre Naturaleza de no querer borrarte del mapa en ese instante, ahí uno entiende lo que ha oído de otros montañistas cuando dicen que la Montaña es la que te dejó llegar hasta ese lugar y que de verdad uno no conquista nada.

Me llevó poco más de 90 minutos llegar hasta nuestro campamento base, la bajada por las huellas de la segunda cordada fueron mi única guía hasta la protección de nuestra carpa. Ya a esa hora el cielo amenazaba a precipitar de todo en cualquier momento y el viento calaba la piel hasta los huesos con ráfagas en la zona de ascenso llegaban a desequilibrar a cualquiera, según lo que me relataron después Rodrigo y Lucas.

Las condiciones climáticas se tornaron muy hostiles, tal vez, más de lo que creímos en su momento, debido a esto, el resto de nuestra cordada, Rodrigo y Lucas decidieron abortar el ataque final a la cumbre del Cerro Gloria, llegando hasta los 4.100 msnm en el lugar denominado “el Circo”, donde es posible observar varias cumbres imponentes como el Cerro Glorieta. Siempre tratando de mantener contacto radial, aunque a veces resultaba difícil debido al tiempo reinante, mis compañeros regresaron sanos y salvos al cabo de unas cuatro horas hasta nuestro campamento, donde durante todo el día, lo único que hicimos fue comer y dormir, esperando pasar la noche para iniciar el regreso a la mañana siguiente.

Avanzada la noche, se desató la tormenta esperada, pero que fue más intensa de lo presupuestado, de hecho, el viernes en la tarde, cuando nosotros ya habíamos comenzado nuestra travesía, las autoridades locales ya habían decidido cerrar el paso Los Libertadores.

Día 2. Domingo 29

Despertamos varias veces durante la noche debido a la fuerza del viento hasta el punto de creer que la carpa saldría volando con nosotros adentro, la nieve pegaba como granizo y ya con algo de luz natural, nos dimos cuenta de que el techo estaba cargado de nieve y por ello tuvimos que golpear hacia arriba varias veces la carpa con el fin de botar la nieve acumulada sobre el toldo. Luego de esperar un par de horas luego del amanecer y que el clima mejorara un poco, decidimos desarmar el campamento e iniciar el regreso, todo ello en medio de la nevada que por lo menos donde nos encontrábamos se dejó caer con fuerza e intensidad acumulando por lo menos 30 cm de nieve.

El regreso fue al comienzo toda una aventura, con poca visibilidad y limitados puntos de referencia que hacían bastante incierto cada paso que dábamos pero que se iba aclarando a medida que íbamos descendiendo, lo anterior, incluso se notaba en la temperatura ambiente, donde, luego de la nieve nos empezó a caer granizo, aunque sin mucha fuerza. Los sectores con mucha pendiente fueron complicados de superar a pesar de ser en bajada y de los crampones en nuestras botas, donde si no acumulábamos tacos de nieve bajo los pies, nos resbalábamos ladera abajo por falta de tracción entre los crampones y el duro hielo por el cual intentábamos avanzar.

Después de un par de sustos, logramos llegar al cajón del Peñón donde se encuentran las cascadas y ya por fin recorrer el último trecho hasta la seguridad y comodidad de la camioneta, con la cual, iniciar el regreso a casa con nuestras familias.

Hablando solo por mí, fue una experiencia inolvidable, no hice cumbre ni pude llegar a lo más alto que llegó el resto, sin embargo, puedo decir que sobreviví a mi primera salida de verdadera Alta Montaña, con tormenta incluida, donde gracias a Rodrigo Morales y Lucas Domínguez aprendí mucho solo en esos tres días, también me di cuenta de que hay que seguir entrenando el físico y la mente para este tipo de desafíos que no son cualquier cosa.

Condiciones: El tiempo estuvo muy variable como es común en la montaña, llegamos con un día esplendoroso, estuvimos en medio de una tormenta que hizo cerrar la frontera con Argentina y volvimos sufriendo los últimos vestigios del temporal que ese fin de semana hizo precipitar bastante lluvia para la época sobre toda la V región y Santiago.  

Consideraciones: 

● En resumen, travesía de dificulta media que requiere un buen estado físico y equipo adecuado para condiciones de frio extremo.

● Se requiere ir con gente experimentada que transmita confianza y tranquilidad al resto de la cordada.                    

Reporte por Claudio Maureira Merino