Cerro Mocoen – mayo 2023

Fecha: domingo 21 de mayo 2023

Ascenso al clásico cerro Mocoen (2.692m), de los Andes. 

Partipantes: Lucas Domínguez, Claudio Maureira y Manuel Espinal.

 

Desnivel: 1.520 m; Distancia a CB, ida y regreso: 14,4 km; Tiempo total: 8 horas y 20 minutos.

Nuestra travesía comenzó realmente el día sábado 20, debido a que decidimos llegar un día antes al refugio del DAV en Río Blanco, para de esa manera salir a primera hora desde ahí y no desde Viña del Mar, que es un trayecto mucho más lejano y poco eficiente para iniciar la marcha. Así las cosas, logramos salir del refugio a eso de las 07:00 AM bajando en vehículo hasta el Dm 61.500 de la Ruta 60 CH, lugar donde viramos a la derecha y proseguimos por un camino angosto de tierra y en algunos sectores con fuerte pendiente. Luego de recorrer poco más de 2 km, llegamos hasta un punto donde nuestro móvil 4×2 no pudo más, por lo tanto, tuvimos que estacionar y comenzar la caminata en dicho punto.

A paso firme y constante, con el reloj marcando las 8:45 de la mañana, iniciamos el recorrido hacia la cima del Mocoen, nuestro líder de excursión, Lucas Domínguez, encabezaba nuestra cordada con la garantía de ya conocer la ruta lo que obviamente nos ahorró mucho tiempo e inseguridades a lo largo de todo nuestro recorrido. Luego de unos 20 minutos de caminar por la huella vehicular nos adentramos por la quebrada recorriendo una zona boscosa y con pequeños cursos de agua utilizados sobre todo como abrevadero de ganado hasta el primer portezuelo el cual nos recibió con una gran vista a uno de los valles interiores del sector. Llegar hasta dicho lugar donde nos detuvimos a recargar un poco las pilas, nos tomó poco más de una hora y media, sin embargo, lo peor o más duro de la ruta estaba por venir, ya que, el terreno se volvía duro y empinado ya logrando poder divisar la cumbre, oscura, rocosa y hasta el momento bien lejana.

Cabe mencionar que nuestra cordada era bastante heterogénea en cuanto a edades se refiere, Lucas en la mitad de sus veinte, Manuel faltándole poco para llegar a los sesenta y quien suscribe en la medianía de los cuarenta, así las cosas, logramos afiatarnos bien y materializar una agradable jornada en lo que a mi se refiere, mi cumbre más alta hasta ese momento. Nos tomó casi una hora más llegar hasta el segundo portezuelo desde el cual ya comenzamos a atacar la cumbre en serio, aunque esta se veía bastante inaccesible y cada vez más difícil de lograr, la pendiente, el sendero rocoso y suelto junto con el frio, el viento y el granizo que de vez en cuando precipitaba sobre nuestras cabezas nos hicieron dudar en algún minuto, pero gracias al empuje de Lucas que nos tiraba hacia arriba de forma constante y segura en todo momento, seguimos dando batalla hasta donde nos dieran las piernas.

A medida que íbamos logrando más altura sobre el nivel del mar, el frio y el granizo se hacían más y más presentes, Lucas lo disfrutaba, yo, por el contrario, me preocupaba un poco debido a mi poca experiencia en montaña con clima adverso y considerando siempre la posibilidad de que las cosas siempre están a un chasquido de salirse de control, sin embargo y por suerte, nada de eso sucedió. A las 4 horas de marcha, considerablemente más lenta, por el sendero rocoso, la huella comenzó a perderse, pero la cima ya se veía al alcance de la mano con un último esfuerzo, Lucas ya se perdía un poco de vista, mientras yo iba mirando hacia atrás para que Manuel no se quedara muy rezagado,  aunque de todos modos se había quedado con una de las radios para comunicarnos en caso de necesitar alguna ayuda o si se le ocurría no hacer cumbre y esperarnos un poco más abajo, cosa que final y felizmente descartó.  

A las 13:15 aproximadamente y luego de 4 horas y media, logramos hacer cumbre con una bienvenida de la Madre Naturaleza consistente en el vuelo rasante sobre nuestras cabezas de un enorme cóndor que rápidamente se alejó hacia el norte sobre el valle del Cajón El Toro. La sensación térmica era bajísima y luego de felicitarnos los tres por el objetico cumplido nos acomodamos para descansar, comer y reponer energías protegiéndonos lo mejor posible del viento y el granizo que a ratos se hacía sentir sobre nosotros. Poco antes de hacer cumbre nos llamó la atención un segundo grupo de excursionistas que logramos divisar a la distancia en el segundo portezuelo, sin duda habían comenzado a su caminata demasiado tarde lo que denotaba poca experiencia sobre este tipo de salidas, sorprendentemente, cuando nos disponíamos a iniciar el descenso, el grupo llegó a la cumbre en menos tiempo que el que habíamos empleado nosotros, pero por otro lado, no se veían bien equipados para la ocasión, incluso uno de ellos, venía con un buzo deportivo, zapatillas de trote, una pequeña mochila y hablando por su celular. Como es la costumbre nos saludamos al cruzarnos y proseguimos el regreso cerro abajo, aunque esta vez tratando de evitar el sendero rocoso, ladereando por terreno suelto apurando un poco la marcha al sentirse un poco más suave bajo los zapatos.

Antes de llegar al primer portezuelo para nuestra sorpresa, el grupo con que nos habíamos topado, nos rebasó corriendo cerro abajo, demostrando que estaban lejos de ser principiantes en la montaña, dejándome la sensación de que claramente el novato era yo. Después de esto, proseguimos marcha a paso firma, tardándonos poco más de 3 horas y 40 minutos en bajar hasta la camioneta ya con la satisfacción de haber cumplido el hecho de hacer cumbre y de que logramos volver sin ningún problema, sanos y salvo.

Condiciones: El tiempo estuvo inestable, con amenaza de lluvia durante casi todo el trayecto y donde logramos disfrutar de granizadas y vientos bastante gélidos. De todos modos, se recomienda realizar el recorrido fuera de temporada de calor. Aparte del grupo de atletas, no nos encontramos con nadie más durante todo el día.

Consideraciones:

En resumen, caminata sencilla con mediano a alto grado de exigencia física.

No se requiere experiencia en alta montaña.

 

 

                    Reporte por Claudio Maureira Merino