Historia DAV SANTIAGO

Deutscher Ausflugverein Santiago (1924)

Un 22 de julio de 1924 se reúne un grupo de excursionistas de Santiago para crear la Ortsgruppe (sección) Santiago del DAV–Valparaíso, instante que puede ser considerado el nacimiento del Deutscher Andenverein de Santiago (Club Alemán Andino de Santiago). Como insignia se eligió el cactus, típico de la precordillera de Santiago. Los socios fundadores fueron Rudi Vogel, Theodor Malbranc, Gustav Fremerey, Walter Peukert, Kurt Klemm, Hjalmar Jacobsen, Hans Hennig, Sebastián Krückel y Hermann Sattler. La mitad de ellos provenía de Valparaíso, desde donde habían debido emigrar por razones de trabajo. Un mes más tarde se unirían nueve nuevos miembros a la joven institución. Para octubre de ese año se contaba con un patrimonio de $200 de la época y ya se habían realizado cinco excursiones. Para fines del año siguiente, el número de socios había ascendido a unos cuarenta. Ambas instituciones, DAV-Valparaíso y DAV-Santiago, se afilian en 1929 como “Sektion Chile” del mencionado Club Alpino Alemán-Austriaco. Después de la Segunda Guerra Mundial se disuelve esta afiliación como también en Europa los Clubes Alpinos de habla alemana siguen nuevamente su vida en forma independiente. Aunque estos vínculos se suspendieron, se ha mantenido el contacto hasta la fecha. La Sección Excursionismo fue la que desarrolló más actividad en estos años iniciales, liderada por Albrecht Maas. Las actividades de este grupo no se reducían a salidas dominicales, sino que además se trataba de hacer un reconocimiento de nuevas rutas, levantar cartas, hacer recolección botánica y geológica, preparar guías y arrieros para la montaña, etc. En 1928 se produjo la primera hazaña del nuevo club. Los socios Krückel, Maas y Sattler ascenderían por primera vez el Marmolejo (6100m), dejando en claro que estaban decididos a hacer historia. Esto último se vería demostrado con primeros ascensos tan significativos como los del Mesón Alto, Morado, Piuquenes, Cortaderas y San Francisco.

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En 1929 los socios Federico Fickenscher y Walter Klatt publicaron el primer mapa de montaña de Chile, la famosa “Carta de Excursionismo de la Cordillera Central” a escala 1:250.000, la que debido a su aceptación sería publicada nuevamente en 1935. Numerosas montañas, como la hermosa Catedral del Barroso fueron bautizadas en esta obra. En homenaje a tan valioso trabajo, tanto Fickenscher como Klatt han sido recordados con nombres de montañas en las inmediaciones del Plomo además de los llamados Cerros de Federico, ubicados al norte de los Picos del Barroso.

Entre los grandes aportes del DAV Santiago al montañismo en Chile hay que mencionar la antigua difusión que le ha dado al ski en nuestro país. Ya en el año 1931 se ofreció el primer curso de ski en la quebrada de Morales, curso dado por el profesor alemán Günter Oeltze von Lobenthal. En 1932 se inaugura el Refugio de lo Valdés, con lo que se da un nuevo impulso a los cursos de ski y se sienta un precedente sin igual en la historia del montañismo chileno al inaugurarse el primer refugio de montaña facilitando enormemente el acceso a ella a todos los montañistas. Tras más de 75 años de existencia, este refugio, construido con el aporte de instituciones alemanas y austriacas y gracias al gran esfuerzo de los socios, sigue en funcionamiento acercando la montaña a los andinistas. Como celebración del 9° Aniversario de la fundación del club se realizó en 1933 el Primer Campeonato Nacional de Ski en el sector de la quebrada Morales que fue ganado por socios del DAV. Para este año la sección de esquiadores del club tenía alrededor de 50 miembros a cargo de Josef Koch. También en 1933 se organizó el primer campeonato en el sector del Colorado, cuando no existía ningún refugio en la zona, por lo que los competidores debían pernoctar en carpas.

Una nueva demostración de este afán de contribución y amor por los Andes chilenos lo dio el socio Kurt Klemm en 1934 cuando publicó la primera guía de montaña de los Andes centrales de Chile. El libro, llamado “El Baqueano del Alpinista Chileno” fue por mucho tiempo la única bibliografía de que disponían los montañistas chilenos para preparar sus excursiones. Una copia de esta verdadera joya de la literatura de montaña se encuentra en la biblioteca de la sede central del DAV.

 

Tal fue el entusiasmo por el ski, que los socios decidieron iniciar la construcción de un nuevo refugio de montaña. En esta ocasión se decidieron por el sector de La Parva, al que se accedía en aquella época en mulas desde Yerba Loca. En 1938 fue inaugurado el nuevo refugio, el que tras muchos años de uso, finalmente fue abandonado. La elección del emplazamiento con los años demostraría que era muy baja para la práctica del ski y lo afectaría de forma dramática un mal común en la montaña chilena: los constantes saqueos y visitas indeseadas. A pesar de encontrarse actualmente en ruinas, este refugio entregó por años una buena alternativa a los socios para acercarse a la montaña y sus ruinas están ahí esperando que alguien retome el espíritu de los socios antiguos y lo reconstruya.

 

Como el deporte de montaña es una que implica riesgos, la tragedia no estaría ausente en estos años. En 1937 el DAV tuvo a su primera víctima de montaña. Hess y Roth subirían con gran esfuerzo el inascendido y muy difícil Puntiagudo de la X región. Durante el descenso, Roth sufriría un accidente que le costaría la vida. Años más tarde, en 1947 Juan Harseim y Fergadiot bautizarían con su nombre al cerro de 5335 m ubicado justo al oeste del cerro Solari y que separa a la Cordillera Ferrosa del cajón de Parraguirre.

En 1943 la víctima sería Otto Barentin, quien el año anterior junto a Goyeneche y Stein había hecho la primera ascensión al Loma Larga, en un intento por subir al Marmolejo. Debido al mal tiempo el grupo debió regresar y durante la noche en una tormenta en el sector de la Engorda yendo al baño, Barentin sufrió el accidente que le costó la vida. Sus compañeros andinistas también bautizarían con su nombre una montaña de 4520 m en las cercanías del cerro el Plomo.

En el año 1941 se fundó el “Grupo de Alta Montaña”, que con el tiempo le daría las mayores satisfacciones al club. Este grupo se destacó desde un comienzo por lo atrevido e innovador de sus propuestas. Para esa época, los miembros del DAV iban donde nadie antes se había atrevido. De esta forma se consiguieron grandes primeros ascensos como el del Loma Larga, Risopatrón, Pirámide, Placas, Alto, Diablo, Solari, Roth, Castillo y muchos otros que sitúan al DAV, sin lugar a dudas, como uno de los grandes referentes del montañismo nacional. En esta época brillaron con luces propias grandes montañistas como Eberhard Meier, Wolfgang Förster y Ludwig Krahl, entre otros. El legado de estos grandes de la montaña, nunca suficientemente valorado, no ha sido igualado por sus sucesores . Entre muchas de las primeras ascensiones que realizó este trío cabe destacar la primera ascensión del Aconcagua por la ruta chilena del doctor Güssfeldt, cuando fueron acompañados por Walter Niehaus. En muchas de sus grandes excursiones fueron acompañados por otros grandes del montañismo chileno como Sergio Kunstmann, Mario Araneda, Enrique “Heini” Schneider, Juan Harseim, Walter Bachmann con quienes escribieron uno de los capítulos más brillantes de nuestro andinismo y prácticamente no dejaron cumbre sin ascender a las futuras generaciones.  Listado Primeros Ascensos del DAV Santiago.

“El recordado socio del DAV Eberhard Meier

 

Una de las razones por las que este “Grupo de Alta Montaña” comenzó a hacer historia fue el ascenso en 1943 del Marmolejo por la ruta del glaciar colgante, ruta de extrema dificultad para la época. El éxito de esta ascensión llevó a llamar a sus integrantes (Bachmann, Krahl y Araneda) la “Cordada de Oro”.

Otro de los momentos importantes en la historia del DAV y que significó un cambio en el andinismo nacional ocurrió en 1945, cuando Ludwig Krahl y Eberhard Meier escalaron la pared sur del cerro San Francisco (4345 m). Hasta ese momento en Chile, cuando todavía quedaban muchas montañas sin ascensión, el único objetivo de los montañistas era alcanzar las cumbres. Sin embargo, Krahl y Meier introdujeron una nueva perspectiva al intentar escalar una montaña por su cara más difícil. El San Francisco ya había sido ascendido en numerosas ocasiones por su fácil cara norte, por lo que estos precursores buscaron algo nuevo y diferente intentando la ascensión por su difícil pared sur. 

Mientras realizaban la ascensión, un grupo de amigos, entre los que se encontraba la esposa de Krahl, los observaba desde el valle. Al percatarse de que hubo un gran desprendimiento de hielo justo en el sector por el que se movían los escaladores, pensaron que estos se habrían accidentado por lo que organizaron un grupo de rescate que partió a buscarlos desde el lado norte del cerro. Para sorpresa del grupo de rescate, se encontraron con Krahl y Meier, quienes venían descendiendo no sólo en buenas condiciones, sino que además con una nueva cumbre como trofeo. Esta ruta, que hoy es conocida como la Krahl-Meier en honor a sus aperturistas, ofrece grandes dificultades para los andinistas actuales y ha sido repetida sólo en contadas ocasiones. Según las palabras de Krahl esta escalada significó “… el comienzo de una nueva modalidad en el andinismo chileno… tratando de abolir el concepto clásico del andinismo que, por mucho que se diga en contra, en el fondo no es otra cosa que cargar un bulto y echar a andar.”

Este estilo de hacer montaña llegaría a una de sus máximas expresiones cuando Krahl y Kunstmann, esta vez acompañados por Hoffmann y Meyer, en 1953 escalaron una montaña considerada imposible hasta ese momento: el Castillo (5468 m) ubicado al fondo del cajón de los Baños Colina. Esta gran ascensión es considerada el inicio de la escalada artificial en Chile y el grado de dificultad de esta misma es tal, que recién ha sido repetida por primera vez en el 2009, esta vez por otro grupo del DAV formado por Darío Arancibia, Ralph Jaiser y Felipe González Donoso, quienes alcanzarían la cumbre en una jornada maratónica, sin campamento intermedio.

El destino de estos grandes de la montaña sería trágico. Eberhard Meier sufriría primero un accidente en Europa que lo dejaría casi inválido. A su regreso a Chile, incapaz de acceder a las grandes montañas que tanto lo atraían, concentró sus esfuerzos en la fotografía de flores y en hacer excursiones a la baja cordillera. En una de estas solitarias excursiones, en la cordillera de Linares, para ser asaltado sería asesinado.

En 1985 un grupo del DAV, entre los que se encontraban Cristián Burrachio, Christian Thiele y Waldo Farías, organizaron una expedición por más de un mes al valle del río Colorado. Dos de los miembros de esta expedición, Rolando Nuñez y Richard Watjen, bautizaron una cumbre de casi 6000 m al norte del Nevado sin Nombre como Punta Meier. Aún así la deuda con Eberhard Meier sigue pendiente de ser saldada.

 

El final de Wolfgang Förster no fue mucho más feliz. Tras la muerte de su amigo Meier disminuyó de forma notable su actividad, que lo había llevado a realizar más de 20 primeras ascensiones. En 1993 murió atropellado por un automovilista. Sus cenizas fueron depositadas a los pies de un árbol plantado por él mismo junto al refugio de Lo Valdés. No lejos de ahí ha sido bautizada con su nombre la cabaña para uso de los socios. Además el prestigioso vulcanólogo Oscar González Ferrán bautizó como Cordón Förster a un grupo de montañas en la región del Ojos del Salado.

A su vez, Ludwig Krahl terminó sus días en 1996 a la edad de 74 años, víctima de una repentina afección. Sin embargo, es necesario destacar que en el año 1991, con 69 años de edad hace un nuevo intento a uno de sus cerros favoritos: el Plomo. El no alcanzar la cumbre no sería impedimento para que lo intentara nuevamente dos años más tarde, cuando ya contaba con 71 años. Tal era su determinación por alcanzar la cumbre, que regresó de esta con congelaciones. Aparentemente habría postergado su propia seguridad por la de uno de sus hijos que lo acompañaba, provocándose congelaciones hacia el final de su vida.

En 1970 se produjo otro hecho significativo que significó un gran cambio y crecimiento en la vida del DAV. Gracias al gran esfuerzo de los socios de la época, en especial de su presidente, Dietrich von Borries, y al aporte de instituciones alemanas y austriacas, el club adquirió la que es hasta el día de hoy su sede central. En esa época se eligió su ubicación porque quedaba en el camino desde Santiago a la cordillera. Hoy en día, está ubicada casi en el corazón de Santiago por lo que los socios acceden a ella con facilidad.

Cabe mencionar que, si bien los dos Clubes (DAV Santiago y DAV Valparaíso) no están asociados formalmente, mantienen buenas relaciones, existiendo acuerdos para el uso de refugios y complementación en general.



En 1992, por iniciativa de socios del DAV Valparaíso y algunos entusiastas de la zona, se crea el Club Alemán Andino de Osorno, para fomentar la práctica del deporte de montaña en esta zona del país. Tal como se puede ver, la insignia tiene como figura principal el volcán Osorno.